El fútbol cambia
Curiosamente, irremediablemente “el fútbol cambia” mis queridos cuates futboleros. Ustedes sinceros y devotos idealizadores de un fútbol rococó, driblador y lento les digo desde mi status de observador y de profesional del fútbol, “el fútbol cambia”.
Sin entrar en la discusión sobre fútbol bonito o fútbol atlético, me parece importante puntualizar que estos cambios se encuentran desde la forma en que se selecciona a los futuros futbolistas, en la forma de entrenar a los niños, adolescentes y adultos, en el biotipo de jugador que se captura, en las condiciones de las instalaciones que se dispone, en el tipo de competencia que existe, en las posibilidades de viajar y de jugar en otros países, en el aumento de la carga competitiva, en el tipo de lesiones que se presentan y la forma en que se atienden, en las posibilidades de capacitarse, en la accesibilidad a literatura especializada, hasta la posibilidad de ver por televisión partidos de equipos de todas las latitudes, con la repetición inagotable de las grandes jugadas en páginas de internet.
“El fútbol cambia”. Hoy en día plantear que los chicos tienen que ir a la escuela ni se discute pero precisamente esta natural y humana necesidad ha entrado en conflicto con el fútbol “maravilla” porque los niños del 2000 no disponen de tanto tiempo libre como tuvieron los Pelé de antaño, o más recientemente los Maradona, sobre todo en el periodo de vida, entre los 4-5 años a los 11-12, que los teóricos del movimiento denominan “etapas sensibles” del desarrollo motor, el cual se caracteriza por una notable capacidad de aprendizaje.
Otro factor que juega en contra del surgimiento de futbolistas habilidosos, aquellos que encienden a las multitudes con una jugada genial, es el crecimiento indiscriminado de las ciudades y el poco espacio disponible para que los niños jueguen y desarrollen su creatividad libremente y sin costo. Menos juego-entrenamiento espontáneo del niño lleva a la realización de más trabajo construido y dirigido en el club.
Hablar de fútbol sigue y seguirá siendo un tema apasionante para neófitos y versados, para charlatanes de café y científicos de laboratorio, para jóvenes y viejos, a pesar que estos últimos piensen que el fútbol se ha desnaturalizado porqué se ha tornado, dicen, más “físico” y más “construido”.
“El fútbol cambia” no hay duda y para ejemplificarlo echemos un vistazo al Brasil actual, poblado de “torres” que, a pesar de sus dimensiones, conservan algo del “jogo bonito” que los ha caracterizado. Alguna vez, sin intención de herir, comenté con un amigo que hace periodismo que quienes añoren y quieran ver aquel fútbol del pasado, habilidoso, pausado, tunelero, en vez de ir el domingo al estadio deben comprar un video de aquellas épocas y sentarse tranquilamente frente al televisor a disfrutar las imágenes, ya algo borrosas, de un fútbol que representaba otros tiempos, otras sociedades, otros gustos. “El fútbol cambia”, así como cambiaron los autos que manejaron el multicampeón Fangio y más actualmente, el multicampeón Schumacher.
A las nuevas generaciones el pasado les importa poco y disfrutan de la velocidad, la simplicidad de un fútbol que en tres toques puede pararse ante el portero adversario. Me parece que la gente quiere un fútbol de efectividad, lucimiento y rendimiento como transcurre su vida laboral. Desgraciadamente los que escriben de fútbol generalmente no son representantes de los obreros de un barrio de Liverpool o Iztapalapa. Actualmente, un Messi y un Ronaldiño causan impresión pero esos jugadores si no tuvieran a su lado un ramillete de excelsos trabajadores tampoco lucirían ni serían lo que son. Hoy en día la técnica ha puesto sus luces sobre fundamentos como el pase fuerte, raso, al hombre o al vacío que debe ser recibido en un artístico gesto de acompañamiento y orientación del balón. La marcación cercana, enérgica y escalonada hace muy difícil el dribbling, el arabesco circense y, por ende, se entrena menos fundamentos como el dribbling y la conducción. Obviamente que el mejoramiento de los campos favorece este tipo de juego que es fácil observar en el fútbol europeo. “El fútbol cambia”, se tecnifica, se hace más científico y nosotros debemos cambiar para seguir el ritmo de desarrollo del fútbol internacional.
¿Cómo será la tónica en el próximo Campeonato del Mundo? Yo creo, no habrá grandes novedades sobre lo que observamos cotidianamente en los mejores equipos de Europa que, debemos recordar, están plagados de jugadores extranjeros. Veremos potencia, velocidad, pases-rayo peinando la grama, dinámica, balazos de media distancia, remates de primera con la cabeza y el pie dentro del área. En fin, otra belleza de fútbol.
En fin, otra belleza de fútbol, otra propuesta de gran exigencia que obliga al cambio, a la adaptación.
Sin embargo, nuestro fútbol está en otra frecuencia; Cuando veo, escucho y leo las discusiones que surgen en nuestro fútbol pienso que éstas no aclaran absolutamente nada y jamás finalizan con medidas concretas que den solución a alguno de los aspectos que son fundamentales para hablar del desarrollo deportivo:
– Búsqueda, selección y desarrollo de talentos basados en una metodología que proporcione información de las potencialidades de los muchachos y les facilite su formación e incursión al deporte de alto rendimiento.
– Inversión, sistematización y fortalecimiento de los niveles de capacitación para los cuadros técnicos del fútbol.
– Apoyo al desarrollo de la ciencia del deporte para pasar de una vez por todas del estadio actual de empirismo al de cuadros técnicos y docentes especializados.
– Creación de un centro de información para que, tanto los profesionales del área como los jóvenes interesados en los temas deportivos puedan formarse sólidamente accediendo a conocimientos de punta.
– Desarrollo de un sistema de competencias acorde con las necesidades de cada edad y disciplina deportiva que permita coordinar los dos grandes ámbitos del entrenamiento: preparación y competencia.
El campeonato del mundo no hará mejor nuestro fútbol simplemente pondrá en evidencia en que hemos acertado y fallado.