“El genio es 1% inspiración y 99% transpiración”
Thomas Alva Edison
Me pregunto: ¿Se puede, con el 70% del tiempo de entrenamiento que se utilizaba hace 20 años, lograr futbolistas más capaces que los de antaño? La prensa especializada, que asegura que nuestros futbolistas de hoy son mejores que los de ayer, ¿sabrá esto?
¿Es posible lograr cambios biológicos con pocas horas de entrenamiento? ¿Se han descubierto métodos de entrenamiento, para el futbol, tan revolucionarios que son capaces de producir en tan corto tiempo jugadores mucho más efectivos y mayor calidad?
Como dicen en mi tierra: difícil que el ´chancho silbe´.
Altos rendimientos con bajos niveles de esfuerzo y entrenamiento pareciera que son, como la historia nos lo muestra, poco factibles en el altamente especializado y exigente deporte actual. Vale aclarar, no solo en el deporte, sino en ningún ámbito del saber o del quehacer humano.
Si pensamos en los grandes jugadores del pasado (Pelé, Maradona, Cruyff, Di Stéfano), encontraremos que ellos utilizaron muchos miles de horas de entrenamiento, no siempre agradable, donde forjaron sus portentosas destrezas que hoy se quieren desarrollar con unas cuantas horitas de entrenamiento muy pensadas, con unos driles muy cuadrados y mecánicos.
¿Cómo podría formarse un Hugo Sánchez sin las miles de repeticiones que utilizó para depurar sus ‘chilenas’ y otras formas de remate? ¿No será por esto que en la actualidad surgen tan poco jugadores con grandes dotes individuales como el dribbling, el cabeceo, la chilena, la media distancia, y la divina viveza -hoy vendida bajo rimbombantes términos como inteligencia cognitiva y toma de decisiones-?
¿Qué sucede fuera del deporte? Imaginemos un buen pintor, un músico, un albañil, un carpintero -con pocas horas de dedicación diaria a su arte… eso es imposible, empero en el futbol esto es ‘dizque’ posible. Por otra parte, es obvio que cuanto menos tiempo se dispone se debe entrenar más con la pelota y sacrificar componentes del rendimiento como la condición. Esto conduce a un solo resultado: con este sistema solo progresan jugadores muy dotados físicamente, los premiados por la naturaleza.
¿No será por eso que los grandes clubes europeos se dedican a pasar el ‘cedazo’ por lejanos países, generalmente pobres, donde los niños todavía dedican horas, muchas horas, al entrenamiento -juego en condiciones muy variables- sobre todo sin muchas exigencias escolares?
La modernidad no siempre viene acompañada del progreso y esto es lo que está pasando actualmente en diferentes ámbitos del futbol mexicano. Basándose en teorías que nos llegan allende del mar muchos entrenadores (sobre todo lo jóvenes) han comprado sin demasiada reflexión, una metodología de entrenamiento que aplicada a un biotipo de jugador diferente, con unas bases coordinativas diferentes, con una disposición para el rendimiento diferente, con una alimentación diferente, en unas instalaciones deportivas diferentes, con unos entrenadores que poseen una formación diferente, obviamente, dan resultados diferentes, generalmente inferiores.
A esto se le suma la cultura del ‘poco’ trabajo tan difundida y promovida en nuestro futbol que reza: ‘que entrenen los que no saben’, los talentosos no necesitan entrenar porque ellos ‘solucionan las cosas el domingo’, ‘mucha agua mata planta’, ‘el que corre es el balón’, empero el problema surge cuanto te enfrentas a un equipo que hace correr el balón y además todos sus jugadores corren.
Si en alguna parte del mundo se pueden hacer grandes jugadores entrenando poquito y divirtiéndose mucho, en sesiones de entrenamiento totalmente jugadas, mis felicitaciones.
Pero nosotros, dependemos del trabajo, del esfuerzo –el denostado esfuerzo tan poco carismático- entender, conocer, aprender, es bueno; pero ¿copiar? y a lo pendejo es un gran error.
Los productores de estas teorías light del futbol espectáculo/negocio trabajan en grandes clubes, rodeados de grandes talentos, con “patitas” muy hábiles, cuerpos muy bien trabajados, que provienen, por lo general, de países donde el proceso de formación es muy diferente, donde los niños y jóvenes juegan mucho, en condiciones diversas y además entrenan 5 o 6 h diarias solos, contra una pared, con una naranja, una tapita de cerveza, etc.
Muchos de esos jugadores, que hoy llegan a los grandes clubes europeos fueron muchachitos que se formaron en el esfuerzo, en la pelea cotidiana por ser futbolista y se chuparon horas y horas de trabajos largos, monótonos, duros, bajo una competencia feroz y en el camino dejaron a cientos que no miles de muchachos talentosos, ilusionados, que carecieron de ese “algo” que marca la diferencia.
En México –por características de nuestro sistema de formación, no me refiero a características genéticas, no sacamos muchos chavales habilidosos, potentes, agresivos; sin embargo, esos muchachos bien entrenados, con muchas horas de trabajo, jugando simple y presionando 90’, pueden hacerle la vida difícil a cualquier potencia mundial, como ha sido demostrado por equipos mexicanos.
En los últimos años años la ‘globalización’ también llegó al futbol y ha crecido el número de mexicanos que han puesto sus ‘botines’ en Europa, pero allá, entrenando poco y en algunos casos, compitiendo poco, se les ponchan los pulmones y las patitas y ya no son capaces de llegar a cualquier parte del campo, para echarle montón a un Zidane o a un Beckam como antaño lo hicieron otros.
Es decir nuestro futbol ha comenzado a desfigurarse porque perdió una de sus grandes virtudes: la dinámica.
La seca y agria dinámica no se trae, se entrena, se desarrolla, se sufre y se disfruta al finalizar los partidos.
Así es como ha llegado nuestro futbol a una situación donde los que juegan en Europa no corren porque entrenan poco y a nivel del mar, algunos de ellos juegan poco, y los que juegan en nuestro país tampoco corren porque nos vendieron la píldora del entrenamiento integrado, corto, caótico, donde el ‘pensar ya es entrenar’. La situación es fácil de entender, si no eres un monstruo con la pelota vas a tener que correr, porque vas a perder más veces el balón y deberás recuperarlo, tiraras más veces a gol hasta lograrlo.
En Europa nuestros chavos aprenden un futbol de pasecitos, lento, de ritmo de carrusel, con marca suave, que no condice con las características técnicas ni condicionales de nuestros futbolistas, ni con el tipo de futbol que necesitamos hacer para ser realmente competitivos, marcar diferencia y disfrutar de nuestro propio estilo.
Ahora que nuestro futbol quiere renunciar al overol de obrero y se quiere embutirse en el smoking de los aristócratas, nos pasan por encima. Cada futbol a lo suyo, debemos recordar quienes somos y lo que nos ha dado éxito, para recuperar nuestra senda de progreso, nuestra imagen y aspirar a ser cada día mejores.