“Marimacho”. “De esto jamás vas a poder vivir”. “Si sigues jugando ningún hombre va a querer casarse contigo”. “¿Y tú no prefieres practicar un deporte más femenino?”. Las expresiones anteriores son algunas de las palabras con las que han crecido las jugadoras actuales. Las han escuchado desde su círculo más cercano. Han tenido que lidiar
con ellas, con otras expresiones y actos más nocivos. Incluso, en algunos casos, sus padres, madres o hermanos las han predicado alguna vez. Y han subsistido sin ningún apoyo más que su propio amor por el balón. Pero siguieron batallando. Luchando por su pasión: el fútbol. Fueron osadas. Y a día de hoy, con mucho superado, continúan derrocando los horribles estereotipos que les acompañaron en su infancia.