El Bayern, un equipo moderno con técnica utilitaria (sin floreos), que pasa y golpea bien, que marca bien porque usa sus patitas y no los ojos para hacerlo, que se desmarca con inteligencia, con jugadores que son rápidos, son resistentes, son perros y profundamente irrespetuosos de quien se le ponga enfrente.
Da la impresión de que este es un futbol que no paró después del Mundial: hizo autocrítica, corrigió y volvió a trabajar. No buscó gente de afuera que viniera a interpretar cómo deben jugar los alemanes ni a hacerlos jugar como juega tal o cual país.
¿Será que los jugadores del Barcelona técnica y tácticamente son menos talentosos que los alemanes? Yo diría que no. ¿El Barcelona jugó con menos hombres que el Bayern? No. Mi pregunta es: ¿las 7 horitas de entrenamiento semanal distribuidas en primorosos morfociclos alcanzan o te pueden llevar al papelón histórico? Aprendamos, muchachos.
Recuerdo que todo parecía dicho y conocido, hasta que llegó el Barcelona del chiquito, cortito y bonito, con su periodicidad (¿) táctica y su danza de principios y subprincipios…ahh y sus grandes jugadores y su equipo de estrellas, muchos de ellos formados en lejanas tierras, claro, (Messi, Neymar, Suárez, etc., etc.). Pasó el tiempo y hoy el Barcelona, con toda la parafernalia científica que lo rodea, se estrella estrepitosamente contra la desadapación fisiológica.
¿Cómo es posible que la tropilla de neurocientíficos -especialistas en estadísticas y en el portentoso GPS ‘Wimu Pro’, considerada la herramienta tecnológica más avanzada para el análisis del rendimiento físico, técnico y médico- no les hicieron un guiño a los entrenadores, indicándoles que 14 o 15 km semanales son muy poco para un jugador de futbol de alto rendimiento? Tanto que hasta los ajedrecistas se mueven más por semana.
Obviamente, no son malos jugadores. Les falta mover el culo y para lograrlo hay que volver a hacer lo que se dejó de hacer. Como diría el sabio servio: “no sé si me explico”.
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La preparación física es fundamental