Nos contaron que existía una total contradicción entre el atletismo y el futbol y que el ‘entrenamiento atlético’ deformaba los finos engramas nerviosos del jugador de futbol y, por ende, debía desaparecer la PF TRADICIONAL con sus trabajos generales, carreras en el cerro, fuerza en el gimnasio y, como máximo, el futbol moderno podía aceptar el champurrado de la PF integrada. Por cierto, la PFI es un constructo que enturbia el correcto desarrollo de las capacidades motoras y de la técnica con balón al intentar combinarlas en un solo haz.
La modernidad hizo de los PFs ‘calentadores’ de los jugadores y seudotécnicos (si fueran técnicos, deberían tener otro rol en el cuerpo técnico y, por supuesto, cobrar más). Famosas y bien timbradas voces lanzaron comentarios lapidarios contra la PF y amenazaron con enviar al basurero de la historia a todos aquellos entrenadores que no aprobaran y se convirtieran a la nueva religión de la ‘periodicidad táctica’, que, por supuesto, cuenta con su papa, obispos y curas repetidores fanáticos que realizan, como otrora, tareas de evangelización en los países tercermundistas. Todos trabajando bajo el mismo precepto, cobrar -cobrar bien- en monedas fuertes porque la revolución del futbol está en sus manos y el destino futbolístico de tantos países ‘subdesarrollados’ depende de ellos.
A todo esto, se escucha un rumor profundo acerca de que el futbol moderno camina hacia expresiones de velocidad y explosividad física que, indudablemente, no se entrenan ni con, ni sin la pelota adecuadamente debido a la exigua duración de los entrenamientos “so pena de sobreentrenamiento y lesión”. Aunque se debe reconocer la enorme difusión de las lesiones en el futbol, a pesar de la enorme parafernalia médica, alimenticia y tecnológica imperante, así como inflados cuerpos técnicos. El viejo entrenamiento, con sus cargas progresivas, el enorme costo en disposición y esfuerzo de los deportistas todavía no ha podido ser superado por la variante ‘light’ del entrenamiento moderno, por sofisticados que sean los artilugios científicos que se disponen.
El futbol, como organismo biológico, requiere de otras fuentes para crecer y mejorar y, como a menudo sucede, la culminación e inicio de un nuevo ciclo rescata haceres, ideas, que fueron consideradas obsoletas y perjudiciales por la ideología imperante.
Simpático, aleccionador, refrescante es que los ejemplos paradigmáticos del futbol de hoy y probablemente de mañana, provienen de las mismas latitudes de donde se originó la ola, moda, vendaval que reestructuró y refundó con nueva praxis, teoría y nomenclatura el aplomado y seguro ayer. Obviamente, sin probarse en que reside la superioridad de la moderna metodología. Pero… ¡oh, sorpresa! En tiempos de un mundo fundado en la igualdad de género son precisamente dos mujeres las que han demostrado que el entrenamiento duro, implacable del atletismo puede ser la base para un desarrollo extraordinario de un futbolista. Todo eso que fue anatematizado, desvirtuado, ironizado pareciera ahora constituir una vía sana y lógica de arribar al alto rendimiento.
Ellas son: Salma Paralluelo, 20 años, campeona europea juvenil de 400 m con vallas, y triple campeona del mundo con la selección sub-17, sub-20 y absoluta de España; y Racheal Kundananji, 24 años, la jugadora más cara de la historia del futbol femenino, excorredora de 800 y 1500 m.
La conclusión no es que todos los futbolistas deben tener un inicio en el atletismo, sino que la preparación física, dura, exigente, de todos los componentes condicionales, es parte natural e insoslayable de la preparación del futbolista moderno. Soluciones cortitas, minimalistas, agradables, sin esfuerzo y muy redituables para sus vendedores-promotores, son cada vez más difíciles, porque siempre se encontrarán deportistas dispuestos/dispuestas a recorrer el empinado sendero que conduce a la cima del rendimiento, por sacrificado que sea.
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