Ciencia, pero para mejorar el rendimiento

Se debe hablar de alto rendimiento en un deportista cuando tiene elevados niveles físicos, técnicos, mentales y tácticos. Talentosos que lograron esos valores no abundan en el futbol mundial, tal vez por escasa preparación desde la infancia hasta la adultez. Se necesitan muchas horas de entrenamiento para desarrollar todos los aspectos del rendimiento. Si a los que heredaron más virtudes les cuesta mucho desarrollarse para poder estar entre los mejores, ¿cuánto tiempo más deberán entrenar aquellos sin tanta naturaleza, que son mayoría en planteles juveniles y profesionales?

Un entrenamiento multilateral, dirigido al alto rendimiento, debe intentar el aumento paulatino y audaz de volumen e intensidad y, por momentos, su mantenimiento. Grandes rendimientos exigen grandes esfuerzos; sino, cualquiera los lograría. Para averiguarlo, hay que hacer pruebas que las ciencias estudiarán. Ante esas exigencias elevadas, los aportes de las ciencias del deporte deben, entre otras cosas, sumar elementos y colaborar para acelerar reflexiones en competencia, fortalecer cuerpo y personalidad, mejorando la nutrición, y otras medidas higiénicas que acorten la recuperación física y mental. El problema es cuando representantes de ciencias e informática frenan necesidades y audacia de entrenadores en el campo. Alto rendimiento y miedo no caminan juntos. De nada vale poner techos al potencial. El reto con la generación actualdebe ser encontrar las maneras de empujar hacia arriba las posibilidades de cada deportista. La constante medición no puede ser lo más preciado.

La escala de Borg, según la opinión de muchos PFs, no es de gran ayuda debido a que la formación deportiva y volitiva del jugador/a la desvirtúa, ya sea por su incapacidad de ver la relación entre entrenamiento (carga) y progreso deportivo, porque no puede justificar descuidos en su vida o porque suma la carga física al estado emocional que le produce el entrenamiento. ¿Puede una respuesta rápida ser medianamente precisa y confiable cuando se debe evaluar con un numerito el impacto físico, técnico y táctico del entrenamiento, más la carga oculta de su casa y el entorno de vida del jugador?

La conducción de un plantel de futbol otorga prestigio y muchas veces dinero. Esto produce atracción tanto a empresas que desean venderles diferentes productos, como a profesionales de ciencias del deporte para opinar, ofrecer servicios y proponer actividades que podrían optimizar el rendimiento y su bolsillo. Muchas veces lo intentan opinando sobre la programación del entrenamiento desde una posición meramente teórica, sin capacidad para definir objetivos, contenidos, métodos, formas organizativas del entrenamiento y, menos aún, sin enfrentar a los leones en el coliseo, con el cronómetro y el silbato.

El entrenamiento deportivo se piensa, se intuye, se trabaja en el campo, se evalúa, se mejora con algunos aportes de la ciencia, se aumenta y varían los trabajos, se compite, se logran ciertos resultados, se piensan nuevos recursos y así “ad infinitum”. El director técnico ambicioso se informa al respecto porque es quien decide acerca de la programación y de la conducción.

Cuando el técnico no es la figura principal y preponderante, algo no funciona, porque este señor es el que planta un equipo, hace cambios, y soporta día a día la opinión de la prensa y a 24 jugadores que requieren atención especial.

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